Les presento a mi nuevo libro de la Editorial Hola Chicos. Es una antologìa de cuentos de Europa que me encantó hacer. Sobre todo porque para elegir estas historias tuve que hacer algo que me gusta mucho:¡LEER Y LEER!
Espero que disfruten con los cuentos elegidos.
Como los cuentos eran largos, elegí contarlos en tres partes lo que facilita la lectura para los más chicos y es una manera de acercarlos al suspenso de leer historias por capítulos.
Las ilustraciones son de MARIA EUGENIA LUASES. ¡Una artista con mayúsculas!
Comparto el Indice:
EL GIGANTE SIN CORAZÓN. Suecia
MARUCHKA Y LOS MESES DEL AÑO. Republica Checa.
EL PRINCIPE TOMAS Y LA BRUJA ESPINARDA. España
EL GALLO Y LA PIEDRA MARAVILLOSA. Italia
LAS TRES FLECHAS . Rusia
EL CAMPESINO ENAMORADO. Irlanda
y para entusiasmarlos, les copio la primer parte del primer cuento!! como anzuelo para pescar lectores!!
Había una vez,
un lugar donde el invierno era tan, pero tan frío, que los árboles lo pasaban
cubiertos de nieve y no se atrevían a mostrar sus hojas hasta muy entrada la
primavera.
Vivía en esas tierras, un rey con el cabello blanco
como esa nieve, que tenía siete hijos. Los valerosos príncipes habían crecido
muy juntos y ahora tenían edad para casarse.
—Queridos hijos —dijo el rey una mañana—, he tomado
una decisión. Los seis mayores, saldrán a recorrer el mundo y buscarán
princesas bellas e inteligentes para formar sus propias familias.
—¿Y yo? —preguntó Halvor, el más joven.
—Tú eres el menor de los siete. Aún tienes mucho
tiempo para casarte —explicó el rey—. Es necesario que uno de ustedes se quede
a hacerme compañía y cuidar del reino por si algo sucede.
Y como en aquellos tiempos todos respetaban la palabra
del rey, al día siguiente, salieron al camino los seis príncipes. Halvor los
despidió con pena desde la terraza del castillo.
—¡Adiós hermano! —le decían los mayores montados en
sus briosos caballos.
Los príncipes recorrieron gran parte del mundo
buscando esposas. Galoparon invierno y primavera. Con el sol del verano,
llegaron hasta un palacio que tenía sus jardines cubiertos de flores rojas. Los
príncipes se presentaron ante el rey y fue enorme la alegría que sintieron
cuando este les dijo que tenía siete hijas.
Esa misma noche, organizaron una cena para darles la
bienvenida y los seis príncipes descubrieron que las princesas eran
inteligentes y bellas, como su padre les había indicado.
El hermano mayor, entonces, tomó la palabra en nombre
de los demás:
—Estimado rey, si usted lo permite, mis hermanos y yo
pedimos a sus hijas en matrimonio.
La más joven de las princesas bajó la mirada con pena,
pensando que sus hermanas se casarían y ella quedaría sola en el palacio.
— También llevaremos a la más joven —propuso el
hermano mayor— para casarla con nuestro hermano menor que se quedó acompañando
a nuestro anciano padre.
Al rey le pareció pertinente que los príncipes
marcharan llevando a sus hijas para casarse en su propio reino, y prometió
asistir a la fiesta.
A los pocos días, partieron felices las siete
princesas y los seis príncipes para recorrer el largo camino que los separaba
del hogar.
Pero tantos senderos habían recorrido para llegar
hasta allí y tan entretenidos iban conversando con las princesas que perdieron
el rumbo. Una niebla espesa comenzó a nublarles el camino. Los caballos no
veían dónde pisaban y se detuvieron muy nerviosos.
Los hermanos eran buenos jinetes e intentaban retomar
el camino, cuando una montaña altísima les impidió el paso.
En un segundo, como si se abriera el telón de un escenario,
la niebla se disipó y un enorme gigante apareció ante ellos. Era tan grande que
los caballos parecían hormigas frente a él.
Los príncipes y las princesas quisieron
retroceder.
—¿Adónde se dirigen? —preguntó el gigante con su voz
cavernosa.
—A nuestro reino —contestó el mayor—, a casarnos con
las princesas.
El gigante se acercó más y más.
—Uno, tres, cinco… —murmuraba moviendo los dedos y
parecía que no sabía contar. Después dijo:
—Veo aquí seis príncipes y siete princesas. Y como
llevan una princesa de más, quiero quedármela para que me haga la comida y lave
mi ropa. Hace mil años que necesito una mujer en mi castillo.
La princesa más joven empalideció.
—¡De ningún modo la dejaremos! —gritó el mayor, y los
seis príncipes sacaron sus espadas dispuestos a pelear por la futura esposa del
hermano menor.
—¿Quién se atreve a decirme que no? —rugió el gigante
y con un soplido convirtió a los seis príncipes y a las siete princesas en
estatuas de piedra.
Tomó en su mano gigantesca a la más joven y se la llevó
al oscuro castillo que estaba dentro de la montaña.
Al entrar, puso a la princesa delante de su fea boca y
sopló otra vez, devolviéndole la vida. La princesa quedó mirando desolada los
asquerosos dientes del gigante.
—Lavarás mi ropa, cocinarás mi comida y mantendrás
limpio el castillo —rugió el gigante.
—¿Qué hiciste con mis hermanas? —suplicó ella.
—Puedes verlas cuando quieras —sonrió el gigante—, son
hermosas estatuas en la puerta de mi castillo.
La princesa entonces, llorando todas las lágrimas que
guardaban sus ojos, no tuvo más remedio que quedarse a vivir con el espantoso
gigante.
CONTINÚA...... (en el libro... ¿mordieron el anzuelo? ) Aqui va de regalo también una ilustración!!