El sábado 21 de junio empezó el invierno y falleció
Cristina Fritzsche, pionera de la Educación inicial en Argentina. Como si sus
92 años le dijeran que otro invierno era demasiado para sus huesos.
Cristina nació en 1921 en el
barrio de Villa Urquiza, en una ciudad totalmente distinta, donde pasaba el
carro del lechero y las mujeres tejían su destino de amas de casa.
La Familia Fritzsché estaba
compuesta por la madre, ama de casa, el padre, dueño de una fábrica de cocinas y
seis hijos: cuatro varones y dos mujeres.
Cristina fue a la escuela
primaria a pocas cuadras de su casa y el secundario lo cursó en el Normal 6 de
donde egresó como maestra normal lo que le hubiera alcanzado para trabajar como
docente pero fue ese espíritu inquieto que la llevó a inscribirse en el
Profesorado Sara C de Eccleston, recientemente fundado por Margarita Ravioli en
1937.
Se recordaba como una alumna
exigente y difícil para sus profesoras.Como alumna en el Instituto, Cristina
tuvo una profesora de psicología que trajo como novedad los primeros libros de
Piaget. Allí, encontró el tema que resultaría su pasión toda la vida: el
estudio de la inteligencia.
Egresa del Instituto
Eccleston en 1944 y personalmente se encargó de conseguir toda la bibliografía de Piaget y profundizar en cada una de sus
ideas.
Cristina fue una de las
primeras divulgadoras de las ideas de Piaget en Argentina. Tantos años y tantas
teorías después, seguía rescatando las etapas del desarrollo de la
inteligencia. “Nadie volvió a hablar de eso, las etapas siguen teniendo
vigencia”- argumentaba.
Posteriormente, estudió y se
graduó en el primer Instituto Nacional de Formación en Psicopedagogía y también
en la Escuela de Psicología de Pichon Riviére.
Para Cristina estudiar fue
un hábito. Siempre se mantuvo actualizada, leyendo y poniéndose al tanto de las
últimas investigaciones en psicología y desarrollo de la inteligencia.
En 1947
Margarita Ravioli, conocedora de los deseos de emancipación de su ex alumna le
ofreció un cargo en un jardín de infantes en Trenque Lauquen (Provincia de
Buenos Aires). Con 26 años, y en una sociedad que no se caracterizaba por la
independencia de las mujeres, su padre se negaba a dejarla partir, pero ella
muy decidida encaró el viaje. Recordaba con una sonrisa las lágrimas de su
padre en la estación de tren y las suyas cuando finalmente el tren se alejaba
de Buenos Aires.
Cuando
volvió, gracias a su esfuerzo y a su estudio permanente fue que Margarita le
ofreció cátedras en el Profesorado Eccleston. También bajo su dirección, se
fundó el Jardín de infantes N° 1 en Vicente López en el que trabajó desde 1948
a 1968.
Su
exigencia personal, siempre trasladada a los que trabajaban con ella le hizo
fama en el ambiente de las maestras jardineras:
-“En ese
jardín hay que trabajar mucho, la directora es un animal” – se comentaba en el
ambiente de las jardineras. Es que hasta ese momento en los jardines se
“cuidaba” a los niños mientras se los dejaba jugar la mayor parte de la
jornada.
Cristina
proponía y exigía una docente profesional que planificara y evaluara su trabajo
como tal. Organizaba para sus maestras una tarde semanal de reunión para leer y
reflexionar sobre la tarea realizada.
En poco
tiempo, el jardín de Vicente López empezó a tener mucho prestigio y venían que
niños de muy lejos ya que los padres notaban la diferencia de trabajo con
respecto a otras instituciones.
En
aquellos tiempos cada directora tenía la libertad de elegir a sus maestras y
como Cristina daba clases en el profesorado, elegía a sus mejores alumnas para
que la acompañaran en la tarea del jardín. Ese fue el caso de Hebe Duprat, una
de sus alumnas que trabajó como docente en el Jardín de Infantes N 1 y
compartió la producción del libro FUNDAMENTOS Y ESTRUCTURA DEL JARDÍN DE INFANTES
en 1968.
Este fue
un libro revolucionario para el Nivel Inicial. Cuarenta años después de su
primera edición tienen vigencia las ideas que presenta. Cambió sensiblemente la
organización y el desarrollo de las actividades en el Nivel Inicial. Infinidad
de maestras se formaron con sus páginas.
En 1959 participó como directora de la fundación del profesorado de jardín de
infantes el instituto Rivadavia y escuela normal “Víctor Mercante” en Villa María.
Como
ejemplo de la exigencia que ponía en sus maestras compartimos el testimonio de Norma
Giménez
“Cuando venía
a observan en la sala yo me preguntaba con qué me iba a sacudir hoy”.
“Un día
vino a observarme y los chicos estaban especialmente inquietos y ruidosos. Yo
quería insistir para hacer silencio pero ella me dijo que esperáramos y los
miráramos. Progresivamente se fueron callando uno por uno”.
Son
innumerables las actividades desarrolladas por Cristina en el Nivel Inicial,
transitó todos los cargos posibles. Quizás vale la pena detenerse en la
propuesta renovadora que se desarrolló en el instituto Eccleston a partir de
1973 para sostener las dinámicas y estrategias del jardín de infantes hasta que
el niño tuviera 7 años y recién en ese momento se realizara su ingreso a la
escolaridad primaria.
Idea
revolucionaria que como tantas otras se vio truncada por el Proceso Militar en
1976. Fue en ese momento que la carrera profesional de Cristina en el ámbito
oficial se vio truncada.
En ese
año recibió un telegrama diciendo que la dejaban cesante por posible subversiva
y el libro “FUNDAMENTOS Y ESTRUCTURAS DEL JARDÍN DE INFANTES” fue prohibido en
los profesorados.
Con gran
angustia relataba los meses que siguieron a ese “destierro” de su tarea
cotidiana. Poco tiempo después conoce al Profesor Antonio Salonia que, como
ella repetía siempre fue su “salvador” y le propuso que fuera a trabajar en su
equipo en la Nueva Escuela Argentina 2000 como Coordinadora de Nivel Inicial
pero “puertas adentro” ya que no podía trabajar en el ámbito oficial.
Cristina
decía que había elegido su profesión y que no se había casado porque “no había
querido” dando a entender que muchos pretendientes quedaron excluidos de su
proyecto personal.
Ya muy
anciana, y en la soledad de su departamento,
la escuchamos decir que quizás no apostando a la familia se había
equivocado.
Por eso
Cristina, tomamos la posta. Nosotras, todas las jardineras que recibimos su
marca, su impulso, que su ejemplo nos alentó a tomar como un gran compromiso y
profesionalismo nuestra tarea con “los más pequeños”, hemos sido de algún modo
sus hijas. Y no somos pocas las que siempre la recordaremos como nuestra madre
en la profesión.
Margarita
Mainé.
Los datos
personales de Cristina fueron extraídos del libro inédito “Cristina Fritzsche,
una vida en el Nivel Inicial” que escribimos con Patricia Piastri y que aún no
ha conseguido editor.
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